REVIEW: "INFIERNO"
- Daniel Morales Lopez
- 7 mar
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar
En un país donde la violencia, la corrupción y la desesperanza es el pan de cada día, "Infierno" de Ailyn Morera se sumerge en la crudeza de una sociedad al borde del colapso. Esta obra ganadora del Concurso Nacional de Dramaturgia Inédita mezcla realismo y simbolismo que confronta al público con una realidad en la que la sociedad parece derrumbarse alrededor.

La obra nos presenta a Sara (Ana Ulate) y a sus dos hijos: Nela (Natalia Chacón) y Diego (Gabriel Araya), quienes luchan por sobrevivir en una sociedad que parece derrumbarse frente a sus ojos y en la que el narcotráfico, los feminicidios y la pobreza son cosa de todos los días. En medio de un ambiente marcado por el miedo y la desesperanza, un desastre natural termina de destruir el pueblo mostrando la fragilidad de la vida y la imposibilidad de de escapar de un sistema en el que ya no hay nada que hacer.

Ana Ulate interpreta a Sara, madre de Diego y Nela. El personaje de Sara es el corazón de Infierno, ella enfrenta su realidad con resignación y al mismo tiempo con determinación. Podemos ver dos tipos de relación con sus hijos: con Diego el miedo ante la incertidumbre, y con Nela la empatía ante el dolor que su hija está viviendo con diversas situaciones. Ulate nos da una Sara que acepta por completo su realidad, que el país del "pura vida" ya no es el mismo, pero que siempre conserva esa esperanza de que todo puede cambiar en algún momento.
Natalia Chacón interpreta a Nela, hija de Sara. Este personaje es alguien que carga con varias luchas: su relación con su pareja se está derrumbando al descubrir una infidelidad, y también al descubrir que la persona que más ha protegido, la ha traicionado. También, conserva este deseo de poder huir y poder vivir una mejor vida - al contrario de Sara - y poder darle una mejor a su familia. Natalia aborda a este personaje de una manera interesante, mostrando con naturalidad la constante montaña rusa emocional en la que vive Nela. Su interpretación capta la angustia, la impotencia y la determinación de una mujer que se debate entre el deseo de escapar y la responsabilidad de seguir adelante.
Gabriel Araya interpreta a Diego, hijo de Sara. Diego es un personaje muy interesante ya que es quien vive más de cerca la realidad por la que el país está atravesando. Este personaje está dentro del mundo del narcotráfico, antes como consumidor y luego como víctima de extorsión. Gabriel se sumerge completamente en su personaje, transmitiendo con precisión el peso de una vida marcada por el peligro y la desesperanza. Su interpretación logra capturar la tensión constante en la que vive Diego, reflejando en su mirada y lenguaje corporal el miedo, la impotencia y la sensación de estar atrapado en un destino del que no puede escapar.
Ana Beatriz Fernández interpreta a Inés, la vecina de la familia. Inés - como conocida vecina de barrio - está siempre involucrada en los chismes y cosas similares que sucedan en el lugar donde viven, pero al mismo tiempo tiene una gran humanidad. Este personaje también refleja cuando las personas actúan por impulso en medio de situaciones extremas. Fernández nos da un personaje sumamente empático con Sara, que a pesar de todo lo que se pueda decir sobre ella en los chismes, le hace una gran compañía, y cuando sucede uno de los momentos más fuertes de la puesta en escena, ella regresa a Sara para mostrarle su solidaridad aún en los peores momentos.
Constantemente hay unas voces en off durante la puesta en escena que hacen eco sobre la sociedad en la que estos personajes están viviendo, siempre dejándonos en claro la violencia y la injusticia de la que se habla en esta historia. Además, le recuerdan al público que el infierno no es solo lo que Sara, Nela y Gabriel viven, sino que también es parte de una realidad de un país entero.

La dirección de Paula Rojas Amador nos sumerge en una experiencia sensorial que explora profundamente las emociones de cada personaje, llevándonos en su viaje de una manera envolvente. Además, la inclusión del público en ciertos momentos añade una experiencia más inmersiva sin romper del todo la cuarta pared, logrando un equilibrio entre cercanía y teatralidad que enriquece la propuesta escénica. Amador aprovecha al máximo el espacio de la Vargas Calvo; su intimidad potencia la puesta en escena, permitiendo que los actores se desplacen entre el público y lo integren. Así, este no solo observa, sino que también se ven envueltos en el infierno que la obra plantea.
Ailyn Morera como dramaturga nos muestra un infierno de distintas maneras: un país que está consumido por el crimen y el abuso de poder, donde las personas caen en el narcotráfico y el pueblo está sobreviviendo a un sistema con el que ya no pueden más. También, lo presenta con el tormento personal que cada personaje está viviendo. Y la realidad en la que viven Sara, Nela y Diego que es bajo un miedo constantemente.

Infierno es una obra que golpea con su crudeza y su honestidad, dejando al público con una sensación de desasosiego y reflexión. La dirección de Paula Rojas Amador y las interpretaciones del elenco logran sumergirnos en un mundo donde la desesperanza es el pan de cada día, pero en el que aún resuenan destellos de lucha y resistencia. Ailyn Morera escribe una pieza que no solo retrata la tragedia de una familia, sino la de todo un país atrapado en un ciclo de violencia y corrupción. Al final, la obra no solo nos muestra un infierno, sino que nos obliga a cuestionarnos si alguna vez hemos salido de él.

"Infierno" se presenta del 28 de febrero al 23 de marzo, viernes y sábados a las 8:00 p.m. y domingos a las 5:00 p.m. en la Sala Vargas Calvo.
Todas las fotografías utilizadas al hacer este review fueron tomadas de la página del Teatro Nacional.
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