REVIEW: "UNA SOMBRA EN EL ESPEJO"
- Daniel Morales Lopez
- hace 6 días
- 5 Min. de lectura
Sofía Chaverri nos transporta a una Inglaterra sombría y oscura, en la que se podría permitir ir más allá, y jugar más con los oscuros o el suspenso. Una Sombra en el Espejo pierde fuerza, ya que, en repetidas ocasiones, se logra ver el detrás de algunos de los momentos que pretenden acentuar la atmósfera de suspenso y tensión.
No es la primera vez que una novela de Susan Hill es adaptada al teatro; uno de los casos más exitosos es La Dama de Negro (The Woman in Black), que se ha presentado en múltiples ocasiones con gran éxito en el país. El material de Hill ya ha demostrado funcionar en escena. Sin embargo, esta adaptación de The Mist in the Mirror por Ian Kershaw no se inclina tanto por lo gótico o lo fantasmal que se sugiere al inicio de la obra; más bien, la sombra en el espejo resulta poco relevante en el desarrollo de la trama, pues el enfoque recae principalmente en la historia del protagonista y no en cómo esa presencia lo afecta.

La historia se centra en James Monmouth, un hombre que ha pasado gran parte de su vida viajando por el mundo, movido por la fascinación hacia Conrad Vane, una figura envuelta en misterio y rumores. A su regreso a Inglaterra, Monmouth decide investigar más a fondo la vida de este hombre, convencido de que conocer su historia le permitirá comprender la suya propia. Pero pronto su búsqueda se transforma en una experiencia inquietante: comienza a presenciar apariciones, escuchar ecos del pasado y sentir la presencia constante de un niño que lo observa desde las sombras.
Lo que en un inicio parecía una investigación racional se convierte en una espiral de obsesión y duda, donde cada pista lo conduce a advertencias que preferiría no haber escuchado. A medida que los límites entre lo real y lo sobrenatural se desdibujan, Monmouth se ve arrastrado por una sensación creciente de fatalidad, atrapado en un pasado que no termina de morir y que amenaza con consumirlo por completo.

Sofía Chaverri propone una puesta en escena minimalista que encaja bien con las convenciones del género de suspenso: un espacio sobrio y pocos elementos escenográficos que permiten concentrar la atención en las interpretaciones. Sin embargo, es justamente en este aspecto donde la propuesta encuentra sus principales dificultades. La mayoría del elenco asume varios personajes, pero las transiciones entre uno y otro no siempre resultan claras. Faltan matices en la corporalidad o en el tono de voz que ayuden a diferenciarlos, lo que en algunos momentos genera confusión. Solo el rol femenino logra destacar con una identidad más definida, apoyada además por un vestuario distintivo.
En cuanto al ritmo, aunque el suspenso requiere cierto detenimiento para sostener la tensión, la puesta se ve afectada por algunos pasajes demasiado pausados que terminan debilitando el interés del público. Un ajuste en el tempo escénico y una mayor precisión actoral podrían reforzar la atmósfera inquietante que la obra propone desde su inicio.

Uno de los elementos que juega a favor del montaje es la escenografía de Roger Robles y las proyecciones de Tito Fuentes. Robles con una escenografía movible, permite hacer las transiciones entre los espacios: la habitación de Monmouth, las calles de Inglaterra. Fuentes complementa esta escenografía con proyecciones que acentúan el suspenso y la intriga. Chaverri aprovecha estos recursos para crear grandes momentos como lo son la búsqueda James por el espíritu que lo observa y el descubrimiento de su vínculo familiar con ese niño.
Ahora, el diseño de iluminación de Shirley Benavides es otro aspecto de mejora en la obra. Si bien presenta algunos aciertos durante la puesta, no siempre se mantiene la efectividad deseada. La magia en obras de este estilo ocurre en los oscuros, donde un manejo preciso de los mismos permite generar sorpresa y tensión en el público. Sin embargo, en la mayoría de estos momentos se pierde dicho efecto, ya que se puede ver con claridad lo que está sucediendo durante la oscuridad, y cuando la luz regresa, el impacto esperado deja de sentirse.

El texto de Ian Kershaw combina elementos sobrenaturales con historia y misterio, aunque el enfoque se va desplazando a lo largo de la obra. En un inicio, todo apunta a que los espíritus que acechan a James serán el eje central de la obra; sin embargo, conforme avanza, la trama se inclina más hacia la historia de Monmouth y lo paranormal queda en un segundo plano. Este giro permite explorar con mayor profundidad los conflictos y secretos del protagonista, pero también diluye parte del suspenso inicial. Además, la narrativa parece reservar su fuerza para el segundo acto: el primero se vuelve algo reiterativo y predecible, con Monmouth enfrentándose a una serie de personajes que se niegan a hablarle sobre Conrad Vane y lo instan a abandonar su investigación, hasta que en la segunda mitad la historia finalmente cobra impulso.

Todo el elenco asume múltiples roles a lo largo de la obra, con la excepción de Jonathan Echavarría, quien construye un arco sólido como James Monmouth. Su interpretación destaca por la claridad con que transita desde la curiosidad inicial hasta el temor creciente que lo consume, mostrando con intensidad su búsqueda de identidad tras la pérdida de sus padres. Adrián Aymerich aporta sensibilidad y humanidad al reverendo Votable, desde donde ofrece un contrapunto sereno frente a la obsesión de Monmouth; sin embargo, como Narrador, su desempeño podría enriquecerse con mayor variedad de tonos para captar más al público. Humberto Mora crea un inicio prometedor como el Portero, transmitiendo eficazmente la atmósfera de inquietud, aunque en la rotación de personajes su trabajo pierde algo de claridad. Karolina Castro, en el rol de Viola Quincebridge, proyecta tensión y misterio en cada aparición, pero su presencia podría haberse aprovechado más para reforzar el peso que su advertencia ejerce sobre el protagonista y los eventos.

En conclusión, Una Sombra en el Espejo logra transportar al público a un ambiente oscuro y misterioso, apoyado en un sólido trabajo actoral y recursos escenográficos efectivos, aunque su potencial se ve limitado por la falta de claridad en las transiciones de personajes y algunos momentos donde el suspenso pierde fuerza. La adaptación de Ian Kershaw permite profundizar en la historia y los conflictos de James Monmouth, pero a costa de dejar de lado el elemento paranormal que prometía un mayor impacto. A pesar de estas dificultades, la obra ofrece momentos de tensión bien logrados y actuaciones destacables, dejando claro que, con algunos ajustes en ritmo, diferenciación de personajes y manejo de la iluminación, el montaje podría alcanzar una experiencia más envolvente y aterradora para el espectador.

"Una Sombra en el Espejo" se presenta del 03 al 31 de octubre en Teatro El Escenario. Viernes y sábados a las 7:30 p.m.
Todas las fotografías utilizadas al hacer este review fueron cortesía de Girasol de Fuego Producciones.
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